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Sociedad

La fe hace milagros en una cárcel exclusiva para evangélicos

Oct 24, 2006
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El hacinamiento y la violencia que caracteriza las cárceles de Argentina son sólo un mal recuerdo para los 253 internos de la única prisión de Latinoamérica exclusiva para evangelistas.

La experiencia, que comenzó como prueba piloto en el 2002, ha tenido un éxito tal que 3,000 reclusos de otras prisiones del país han pedido su traslado a «Cristo es la única esperanza», como llaman los reos a la Unidad 25 del Servicio Penitenciario Bonaerense.

«Esto es un centro de rehabilitación cristiano-evangélico», explicó a Efe José «El Tucu» Córdoba, un reo que se presenta como «pastor y líder espiritual» del penal situado en la localidad de Lisandro Olmos, unos 60 kilómetros al sur de Buenos Aires.

Según Córdoba, la iniciativa surgió ante la creciente cantidad de presos evangelistas que hay en el país, donde la mayoría de las cárceles cuenta con al menos un pabellón destinado a internos que profesan esa religión.

Pero lo que puede verse al recorrer la Unidad 25 es bien diferente a lo que ocurre en el resto de las prisiones de Argentina, que generalmente están sobrepobladas a raíz del déficit de infraestructura y la lentitud de los procesos judiciales.

De hecho, este mes más de 12,000 presos de la provincia de Buenos Aires cumplieron trece días de huelga de hambre y se negaron a levantarla hasta que las autoridades atendieron algunas de sus demandas y prometieron mejorar sus condiciones de detención.

«Cristo es la única esperanza» parece ser la única penitenciaría del país en la que se cumple con el artículo de la Constitución que establece que «las cárceles de la nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas».

Los internos se ocupan del aseo de las tres plantas del penal evangelista, donde no se permite fumar ni consumir drogas o alcohol y a los internos no se los divide por el delito que cometieron, como ocurre en las otras cárceles.

«Yo manejo esta cárcel. Si no puedo solucionar un problema, hablo con las autoridades. En otro penal te roban o te matan por cualquier cosa, acá lo único que falta es que abran la puerta», dice Córdoba, que a los 30 años ha pasado casi la mitad de su vida tras las rejas.

Para «El Tucu», que purga una larga condena por homicidio y robo, entre otros delitos, además de la fe el secreto de la Unidad 25 pasa por «el autocontrol, las responsabilidades que tienen los presos y la buena convivencia con los guardias».

Aunque la religión ocupa un espacio preponderante en la vida cotidiana de los reos, en el penal se puede trabajar, estudiar y hacer deportes, ya que cuenta con biblioteca, carpintería, un taller de montaje de bicicletas y un campo de fútbol, entre otras instalaciones.

«Esto no tiene nada que ver con otras unidades, acá uno aprende a valorar las cosas y a respetar porque a uno lo respetan», asegura un interno de apellido Moyano mientras centra las ruedas de una bicicleta, tarea por la que recibe unos 16 dólares al mes.

Los pastores evangélicos supervisan si los presos oran, leen la Biblia y participan en las cadenas de oración, las vigilias y los cultos que tienen lugar diariamente en la penitenciaría.

Los «gloria a Dios» y los «amén» resuenan en las paredes del edificio antes de que los fieles, en su mayoría jóvenes, comiencen a aplaudir y a cantar a viva voz que no pueden «dejar de alabar a Cristo».

Los recién llegados a la Unidad 25 deben cumplir con «un mes de adaptación y el que quiere implantar cosas distintas se va», advierte Córdoba antes de aclarar que «acá hay gente peligrosa que no ha tenido ningún problema».

Mezclado entre los reos se encuentra uno de los «Doce Apóstoles», como se conoce a un grupo de delincuentes que en 1996 lideró un sangriento motín con ocho muertos, toma de rehenes y actos de canibalismo en una cárcel bonaerense.

Endi.com

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