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Sociedad

Joel Sonnenberg: El ejemplo vivo del perdón en Bogotá

Ago 24, 2007
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La historia comienza en septiembre de 1979, tenía apenas 22 meses cuando sufrió un accidente del que no quedan rastros en su memoria, pero que literalmente marcó su vida. Joel Sonneberg iba con su familia a pasar unos días en la playa, en el nororiente de Estados Unidos. El carro en el que viajaban, se había detenido en un peaje cuando un camión de 18 ruedas y 36 toneladas golpeó la fila de automóviles.

El vehículo de sus padres se incendió mientras el pequeño Joel, atrapado en la silla para bebés, fue consumido por las llamas durante algunos segundos antes de ser rescatado por uno de los conductores que habían parado en el sitio.

Su cuerpo estaba casi carbonizado y los médicos estimaban que las posibilidades de morir en 90 por ciento. De alguna manera sobrevivió, pero luego vendría la otra pesadilla. “Solo recuerdo que crecí en el hospital. Siempre tuve el temor de ser diferente porque cuando entraba a un lugar todos se me quedaban viendo.”

Fue por esa época cuando comenzó a pensar en su existencia y a hacerse preguntas que, según él, la mayoría de las personas sólo se hacen cuando su vida está terminando o cuando algo malo les sucede. “Me preguntaba quién era yo y para qué estaba en el mundo. Si estás en una situación dolorosa en tu vida, quieres saber para qué es y qué propósito tiene”. Entonces, tenía unos 6 años y recuerda que le ayudó mucho haber visto la película ET, El Extraterrestre.

“Me parecía mucho a él, y todo el mundo lo amaba, aunque no pudiera hablar. Yo me identificaba con él, él parecía un poco quemado y yo estaba realmente quemado. Esa película fue clave en mi vida.”

Hoy, luego de 45 cirugías, de pasar años entre dolorosos injertos de piel, cicatrices y tratamientos para cerrar sus heridas, además de incontables sesiones de fisioterapia, Joel Sonnenberg está en Colombia, invitado por la Fundación Internacional Maranata. En la Capital de la República, espera dar esperanza a presos, discapacitados y en general, a personas que “han llegado a la última cuerda en sus vidas.”

Hijo de profesores universitarios, este personaje recibió una educación cristiana que desde hace unos nueve años lo ha llevado a dar conferencias por el mundo. Ha viajado a países como Argentina, Bolivia, Suráfrica, Botswana y por supuesto Estados Unidos. Cabe resaltar que una de las temáticas fundamentales de sus conferencias es el perdón, gracias a la bella experiencia que tuvo en 1988, cuando perdonó al camionero canadiense que causó la tragedia.

Joel Sonnenberg es graduado en Comunicaciones, le encantan los deportes y los practica casi todos, especialmente el fútbol; incluso, afirma que el no tener dedos en los pies le da más velocidad. “Los dedos de los pies están sobreestimados -dice con una carcajada-, casi siempre me apoyo en la parte de adelante de mis pies y estoy como listo para correr.”

Por otro lado, del béisbol se aleja. “Me gusta verlo, pero no soy tan bueno. Cuando trato de pegarle a la bola, el bate sale volando de mi mano.” La mano a la que hace referencia, es la derecha, en la que tiene solo dos dedos. La izquierda le falta desde el accidente.

Sin embargo, no hay mucho que no pueda hacer. Maneja un carro y se viste sin ayuda. Solo le pide a alguien que le amarre los zapatos y que no los deje muy apretados para, así, ponérselos y quitárselos con los pies. Lo más difícil -admite- es lo emocional y lo mental. “Muchas veces es levantarme cada mañana y entrar a un mundo que me ve como un discapacitado, cuando en realidad puedo hacer más cosas y de una mejor manera que ellos. La percepción de la gente y sus estereotipos me hacen sentir discapacitado”.

En todo caso vive agradecido, y recuerda sus momentos de dolor. “Habría sido más fácil morir, pero no habría sido lo mejor”…“Muchas veces, en el hospital, deseé estar muerto. Las quemaduras producen los dolores más difíciles de soportar”…

Editado Por: Germán “Chote” Garavito
Fuente: Juan Uribe / El Tiempo

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