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Sociedad

Un padre asegura que su hijo sanó gracias a un milagro de Dios

Sep 22, 2008
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Para Ernesto Fagundo la frase «Orar mueve montañas» dejó de ser una quimera para convertirse en realidad.

Fagundo asegura que su hijo de siete años sanó de una enfermedad agresiva luego de que una comunidad de feligreses orara por su salud en una iglesia.

«Increiblemente, sólo estábamos enfocados en los estudios médicos, pero nunca pensamos en que había otro camino», confesó Fagundo con la voz entrecortada. «Pero Dios tenía otro plan para nuestras vidas».

Su hijo Stephan había sido diagnosticado en abril del 2005 con querubismo, un quiste benigno que destruye el hueso y deforma la mandíbula.

Las radiografías tomadas de su rostro en el Miami Children’s Hospital mostraban cuatro quistes alojados en las mandíbulas superior e inferior.

«Estabamos desesperados mientras aguardábamos por cada cita médica, con un terrible temor de que su cara se deformara, de que los quistes continuaran creciendo y destruyeran sus huesos», recordó el padre, de 38 años, natural de La Habana y radicado en Miami desde hace dos décadas.

Fagundo y su esposa Flor Matos, oriunda de Santo Domingo, Ecuador, trataban de encarar con fortaleza y fe el drama de la enfermedad de Stephan, sin descuidar las atenciones que prodigaban a sus otros hijos, Diego, de 12 años y el pequeño Lucas, de tres.

«Nuestro hijo no dormía bien y me decía ‘papi no quiero lucir como un niño elefante’ », recordó Fagundo. «Mi esposa lloraba mucho y nos sentíamos totalmente impotentes».

Cada día, la enfermedad del niño parecía estar avanzando más y más.

Desesperado, Fagundo suplicaba a Dios por un milagro.

El pasado 24 de abril, Fagundo decidió llevar a Stephan a un templo cristiano de su barrio.

«Llegué a esa enorme iglesia, El Rey Jesús, en Kendall. Caminé por el pasillo llevando de la mano a mi pequeño y le pedí a la pastora Ana Maldonado y a la comunidad que orara por él, porque se le estaba cayendo el cabello donde estaba alojado el tumor más grande, de unos cinco milímetros», contó.

Cuatro días más tarde, asegura Fagundo, se produjo su milagrosa sanación, en la consulta de la pediatra Sonia Sibaja, del Miami Children’s Hospital.

«Creo que fue un premio de Jesús a la fe de mi esposo», aseveró Flor, de 35 años.‘‘Porque él no paraba de orar por las noches en nuestro cuarto, porque confiaba, porque tenía esperanzas y me decía que Dios contestaría su plegaria».

Según los padres de Stephan, el 28 de abril el niño amaneció con una gran inflamación a la izquierda de su carita.

Afligidos, lo llevaron a la pediatra Sibaja y –según testimonian– en la misma consulta, la protuberancia desapareció sin necesidad de ningún tratamiento.

Bajo la impresión del repentino cambio que había experimentado el rostro del niño, se dirigieron al Centro de Diagnóstico del Hospital Baptist, donde le hicieron un ultrasonido y le tomaron radiografías de mandíbula y cara.

«No aparecieron los quistes ni ningún tipo de inflamación», recalcó Fagundo.

Esperaron toda esa noche y a la mañana siguiente regresaron ante la pediatra Sibaja. La doctora les confirmó que según la radiografía, no existía ninguna lesión, ni quistes ni tumores.

«Entonces, sobrecogidos, nos echamos a llorar, mi esposa y yo», apuntó el padre.

Fagundo asegura que desde ese instante tuvieron la certeza de que había sucedido un gran milagro: «Fui a la iglesia y con mi hijo presente, le narré a la comunidad lo que había ocurrido, y llamé a mis padres, a mis amigos, a mis vecinos».

«Miren qué clase de regalo Dios le ha dado a mi familia, con la recuperación de nuestro hijo», exclamó emocionada la madre.

Los padres quisieron una segunda confirmación y llevaron a su hijo a la odontóloga que atendía a Stephan, la doctora Marta Ortiz-Pérez.

«Le tomamos una radiografía panorámica y no mostraba ningún quiste», indicó la odontóloga. «En las radiografías anteriores que le tomamos durante tres años, se observaban lesiones en la mandíbula», dijo.

Para la pediatra Sibaja, la recuperación de Stephan «es un milagro».

«Definitivamente se cataloga como un milagro, porque los quistes de su mandíbula desaparecieron sin que haya explicación científica», afirmó. «La curación de este pequeño ha sido algo maravilloso, un regalo para estos padres».

La experiencia vivida con su hijo, les ha reafirmado a Fagundo y Flor la confianza en la fe como «el regalo más grande» de los seres humanos.

«Debemos cambiar nuestra forma de pensar, darnos cuenta que Dios a través de la fe nos permite ver realizadas y manifestadas las cosas buenas para nosotros», aseveró Fagundo quien antes de esta experiencia, no era un hombre de profunda fe. «No tenía una relación personal con el Señor».

Ana Maldonado, pastora de El Rey Jesús, afirmó que «cuando Fagundo vino a la iglesia y me pidió orar, el niño se sanó porque el Señor lo sanó».

Para el pastor principal de la iglesia Alpha & Omega, reverendo Alberto M. Delgado, existe una creciente tendencia a creer y a buscar respuestas en Cristo.

«La familia está confrontando situaciones adversas en una magnitud como nunca antes», indicó Delgado. «Problemas financieros, falta de comunicación, salud deteriorada, jóvenes atados por las drogas… son dificultades que llevan a los seres humanos a buscar una respuesta en la espiritualidad, reconociendo que sólo Dios puede darnos la luz necesaria para poder ver la solución a tanta angustia».

«Jesús nos da la paz interior necesaria para poder enfocarnos y adquirir victoria sobre cualquier situación», subrayó el reverendo.

Valerie Jaimes, productora del programa de televisión de la iglesia Alpha & Omega considera que si una persona tiene la fe para creer que Jesús le puede sanar, «aún cuando tenga un reporte médico que le dice que está grave, esa persona podrá sanar».

«Creo que Dios nos sana de dos maneras: a través de la ciencia médica y, cuando esta ciencia ya no puede hacer nada más, a través de su poder sanador», aseveró Jaimes.

Mac Soré, pastor asociado de la iglesia Alpha & Omega, opina que quienes experimentan el poder sanador de Jesús deben ofrecer sus testimonios, como también, «ayudar a otros a que sanen no sólo el cuerpo, sino también el alma, diciéndoles que el rencor, la tristeza, y la soledad no deben ser parte de sus vidas».

Fagundo está convencido que Dios no sólo sanó a su hijo, sino que también sanó su alma y la de su familia.

El Nuevo Herald

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