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Cultura

En Chile, Filman película donde cristianos se convierten en perseguidores

Jun 1, 2009
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El cineasta chileno/español Alejandro Amenábar presentó en Cannes su más reciente film, “Ágora” que cuenta la historia de Hipatia, filósofa neoplatónica y científica del siglo IV, asesinada por una turba de fanáticos cristianos en su natal Alejandría en el año 415.

Ágora está protagonizada por Rachel Weisz, quien en las fotos por lo menos luce bastantes menos años que los sesenta que Hipatia tenía cuando fue (literalmente) descuartizada por una pandilla de linchadores. El elenco incluye también a de Max Minghella (hijo del fallecido director de El paciente inglés, Anthony Minghella), que interpreta a Davo, el esclavo enamorado de Hipatia; Oscar Isaac en el papel de Orestes, prefecto de la ciudad de Alejandría y alumno de la protagonista; el veterano Michael Lonsdale y otros.

La agenda del director Amenábar parece bastante clara. La película relata ese momento en el que los cristianos dejaron de ser perseguidos para convertirse en perseguidores. Curiosamente, según el cineasta, el cine ha contado mucho la primera parte, pero no esta otra. Sin embargo, antes que empiecen a lloverle las piedras Amenábar se apresuró a agregar durante su presentación del film en Cannes que en cualquier caso, han intentado que no sea ofensiva para quien crea y han querido contar que hay gente buena y mala en todos los ámbitos y en todas las creencias.

Amenábar sostiene igualmente que la película le da al espectador cristiano la posibilidad de identificarse con algunos de los personajes, al tiempo que intentaba plasmar la realidad religiosa desde un punto de vista sociológico y la astronomía “desde un punto de vista místico”.

La película se adentra en pleno clima intelectual e ideológico de la Antigüedad tardía. Hipatia fue, probablemente, la última gran figura de pensamiento precristiano en momentos en que el Imperio Romano agonizaba, la última personalidad importante del neoplatonismo que algunos años antes intentara reimplantar oficialmente el emperador Juliano (apodado “el Apóstata” por los historiadores cristianos), luego reemplazado por el católico Teodosio, quien fue, incidentalmente, quien proclamó al cristianismo como religión del estado, aunque todo el mundo parezca creer que lo hizo Constantino 50 años antes.

Matemática, astrónoma, directora de una escuela a la que acudían paganos y cristianos de origen aristocrático, mujer respetada incluso por muchos que discrepaban con ella, Hipatia fue en definitiva la víctima de unos tiempos turbulentos en los que se mezclaban política y religión, y en los que los diversos grupos cristianos se mataban también entre sí. Algunos cronistas de la época han atribuido la “autoría intelectual” de su asesinato al obispo Cirilo de Alejandría, aunque no hay evidencia directa al respecto: la especie fue recogida y ampliada en el siglo XVIII por Gibbon y Voltaire, y ha llegado hasta Cosmos de Carl Sagan, en todos los casos sin cita de fuentes.

En La iglesia en los tiempos bárbaros, uno de los diez u once tomos que su autor ha dedicado a la historia del cristianismo, el historiador Daniel Rops discute abundantemente el punto y responsabiliza del crimen a “católicos fanáticos impulsados por un sacristán”, pero exculpa a Cirilo.

Acusaciones concretas al margen, Hipatia ha sido reivindicada por los movimientos feministas, quienes la han presentado como un ejemplo de “mujer liberada”, aunque se sabe que estuvo casada con un hombre llamado Isidoro a quien al parecer nunca hizo demasiado caso. Según fuentes confiables se mantuvo virgen toda su vida, demostrando que le interesaban más la ciencia y la filosofía que los hombres. Algunas fuentes nunca probadas han vinculado también su muerte con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría.

Conviene saber que los historiadores serios jamás han relacionado ambos hechos: la Biblioteca desapareció en algún momento de los siglos III o IV, sin que el linchamiento de Hipatia haya tenido algo que ver en el asunto. La filósofa enseñaba en su casa, y no en la Gran Biblioteca, como lo sugiere el film. Sólo que vincular los dos acontecimientos servía a la agenda de Amenábar. Cuando llegue la película, habrá que efectuar los correspondientes deslindes entre la realidad y la ficción.

Amenábar no oculta que su film trasluce algunas posturas muy personales. Afirma que su evolución espiritual lo condujo del catolicismo al agnosticismo y luego al ateísmo. Fue creyente hasta que leyó el Antiguo Testamento y lo alarmaron algunos de los malos humores de Yahvé. Le dijeron que el Nuevo Testamento corregía esa imagen, pero no lo convencieron. “El Evangelio se convirtió en un desafío a mi razón y mi sistema de valores”, dice.

El complicado trabajo de dar vida a un pasado desaparecido
El diseño de producción de “Ágora” corrió por cuenta de Guy Dyas, quien desempeñara similares tareas en Elizabeth: la Edad de Oro (2007) e Indiana Jones y la Calavera del reino de cristal (2008). La fotografía es del español Xavi Jiménez (El maquinista, 2004), el vestuario de la diseñadora italiana Gabriella Pescucci (Beowulf, Indochina) ganadora de un Oscar por La edad de la inocencia (1993) y el guión fue escrito por el habitual colaborador de Amenábar, Mateo Gil.

El director ha afirmado que él y su equipo estudiaron minuciosamente el período histórico en el que transcurre la acción, a fin de imaginar “cómo serían sus calles, sus templos, su gente”, y con respecto a la historia que narra ha dicho también que es “una historia del pasado sobre lo que está pasando ahora, un espejo para que el público mire y observe desde la distancia del tiempo y del espacio, y descubra, sorprendentemente, que el mundo no ha cambiado tanto”.

De todos modos tuvieron que imaginar bastante, porque no existen descripciones específicas del edificio de la Biblioteca de Alejandría ni de su funcionamiento interno. Aristeas, Marco Anneo, Lucano o Tito Livio la citaron como testigos o a través de fuentes, y autores posteriores que aludieron al incendio y a su desolación en la ciudad, pero la construcción misma debió ser inventada para la pantalla por el equipo de cinematografistas.

La historia de un centro de la cultura de la Antigüedad
La primera Biblioteca de Alejandría fue construida por Ptolomeo I Sóter (362-283 a.C) en el Museo de su palacio cerca del mar, y se ha afirmado que albergaba originales y copias de prácticamente la totalidad de los volúmenes de la Antigüedad. Cuando fue pasto de las llamas tras una batalla entre la flota egipcia y la romana de Julio César en el 48 a.C., se calcula que contenía 700.000 volúmenes recopilados por todo el mundo. La película de Amenábar alude a la segunda biblioteca, independiente del conjunto palaciego, que se atribuye al reinado de Ptolomeo III (246-221 a.C.) y que ocupó el Serapeo, templo consagrado al dios Serapis. Su destrucción dataría del año 391, bastante antes de cometerse el crimen de Hipatia.

entreCristianos.com

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