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Política

Los votos de Dios

Oct 26, 2008
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En la biblioteca del Congreso de Estados Unidos tan solo dos documentos están grabados en mármol para resistir en el tiempo. El primero es la Constitución del país, el segundo, los mandamientos que dictó Moisés.

Presentes también en el Tribunal Superior de Justicia, así como en la mayoría de los edificios públicos estadounidenses, esta guía moral hace tiempo que maneja también la agenda de Barack Obama y John McCain, para quienes conseguir el voto religioso se ha convertido en una cruzada en un país donde seis de cada diez estadounidenses aseguran creer en Dios.

Este porcentaje, mayor que el de aquellos estadounidenses que reconocen lavarse los dientes todos los días, significa también un reto para dos candidatos poco dados a confesiones espirituales y a quienes la derecha religiosa de su país no acaba de ver con buenos ojos.

Un paraíso republicano

La derecha religiosa se armó a finales de la década de los sesenta como una reacción al secularismo reinante. Capítulos como la promulgación del Acta de los Derechos Civiles (1964) o la legalización del aborto (1973) consiguieron unir por primera vez a las iglesias del norte y el sur del país. El miedo a una sociedad laica animó al clero a dejar las oraciones y a comenzar con los mítines.
Su primer éxito fue su contribución a la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca. El ex actor les agradeció el favor con las dos legislaturas más conservadoras de la historia. Fue también la derecha cristiana la que consiguió alzar a otro cristiano renacido, George W. Bush, como el 43 presidente.

Una historia de amor que terminó en el 2006, cuando la mala gestión del presidente republicano -tan solo un 47% de los evangélicos aprueban a Bush-, consiguió poner fin a décadas de confianza (tal y como demostró la caída de históricos senadores republicanos como Rick Santorum o Keneth Blanell).

La elección de John McCain como candidato a la Presidencia no hizo más que enfriar aún más a unas masas decepcionadas con un político que ni siquiera parece tener claro cuál es su verdadero credo -nació baptista, pero se define episcopal-.

La redención de McCain

Enemigo declarado del prominente grupo de pastores evangélicos que durante los últimos años han liderado la derecha religiosa -en una ocasión los bautizó como «los verdaderos agentes de la intolerancia»-, su reciente rechazo a pastores de la talla de John Hagee y Rod Parsley parecía haber apartado para siempre a McCain del buen camino. Sin embargo, obró el milagro cuando eligió a Sarah Palin como su segunda de a bordo. Una elección que fue capaz de inyectar una sobredosis de moralismo a una campaña donde temas como el aborto, el matrimonio gay o la investigación con células madre apenas habían sonado antes de la designación de la gobernadora de Alaska.

A la elección de esta madre de cinco hijos se unía también la excelente actuación del propio McCain en el llamado Foro de la Familia. Allí, el candidato consiguió por primera vez llegar al corazón de los evangélicos en una entrevista diseñada a la medida de sus valores. «La vida empieza en el momento de la concepción», fue la única frase que necesitó entonces para rendir a una audiencia cuyo apoyo al candidato pasó del 23% al 48% en apenas unas horas.

Una relevación que podría no convertirse en un triunfo en las urnas debido sobre todo a dos importantes factores. El primero de ellos es el propio radicalismo de Palin y su familia, su hijo destinado en Irak luce un tatuaje que reza «Jesús», algo que podría asustar a los votantes moderados, necesarios para llegar hasta el Despacho Oval. La otra razón es todavía de un peso mayor y es que, aunque favorito entre los llamados evangélicos que representan al menos un tercio del electorado del país, la gran mayoría religiosa de EE.?UU. siguen siendo los protestantes, cuyo voto se divide en estos momentos entre un 44% para McCain y un 43% para Obama.

La Voz de Galicia

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