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Política

Barack Obama y su campaña mediática entre los jóvenes de fe cristiana

Jul 23, 2008
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Barack Obama parece tener mayores dificultades, respecto a su adversario, para encontrar una posición clara respecto a los temas fundamentales: las relaciones con las formaciones religiosas, el aborto y la repatriación de las tropas desplegadas en el frente iraquí.

Para intentar acercar a electores de fe evangélica hacia su candidatura el Senador afroamericano ha propuesto un programa de financiación para las iniciativas que permitan la adhesión a grupos religiosos, lanzando mientras una campaña mediática entre los jóvenes de fe cristiana.

La estrategia que pretende usar Obama será la de continuar con lo establecido por el actual presidente, George W. Bush, para asegurarse los votos de los cristianos en las elecciones, que provocaron la derrota de Al Gore. La promesa de Obama de aumentar las financiaciones federales para los grupos religiosos que se harán promotores de proyectos para la lucha contra la pobreza, las necesidades sociales y contra el SIDA, ayudará a reforzar la capacidad operativa del partido, ante iniciativas bastadas en la religión, y fue creado por el actual presidente durante el primer mandato en la Casa Blanca y está considerado uno de los mayores herencias de la actual administración del país.

La estrategia de Obama en un intento de lograr el voto de los jóvenes cristianos ha sido planificada con gran cuidado y las estrategias del candidato Demócrata buscarán en los próximos meses acercarse todavía más a los posibles electores evangélicos, descontentos sobre todo por las decisiones que conciernen a la guerra de Irak, proponiendo la figura de un candidato que no sólo se ha convertido al cristianismo sino que ha trabajado durante años en Chicago como activista apoyando las acciones de las iglesias católicas y protestantes.

El intento de Obama podría, sin embargo, tener efectos negativos con cierta envergadura ante decisiones de una parte del electorado Democrático, ya que sólo ha prometido financiaciones públicas a favor de instituciones religiosas. Y según lo declarado se les dejará a éstas instituciones una mayor libertad de decisión sobre contrataciones y licencias basadas en el credo religioso.

El Senador de Ilinois, al haber asegurado que cree firmemente en la división entre religión y el Estado, podría haber alejado a parte del electorado del Partido que lo apoya, así como que algunas declaraciones sobre temas de extrema relevancia, como las uniones homosexuales o el aborto podrían hacer inútiles sus intentos de acercarse al electorado evangélico.
Recientemente, de hecho, Obama se ha declarado a favor del matrimonio entre homosexuales en California, y su posición del pasado a favor del aborto y en contra de la decisión de la Corte Suprema de hacer aún más severas las normas sobre la interrupción de la gestación, podrían ser visto con desconfianza por parte del electorado más vinculado a temas sociales.

En un intento de evitar ataques políticos, ambos grupos han intentando de hacer su candidatura lo más transversal posible respecto a estos temas. Obama ha modificado sus posiciones, incluso declarándose ahora contrario al aborto en fase de avanzada gestación en pacientes afectados con problemas psíquicos como depresión o ansiedad. Estas declaraciones han permitido a Obama alinearse estratégicamente en una posición de centro, fruto de haberse alejado del ala más liberal del Partido Demócrata, que considera el aborto una decisión de la mujer en cualquier momento de la gestación, y de un acercamiento a las posiciones sostenidas por los grupos cristianos más radicales, de siempre contrarios a la interrupción del embarazo.

La decisión política de haber asumir posiciones equidistantes, planteada por los dos grupos parecer haber producido los efectos esperados, aunque es probable que estos se revelen simplemente como entusiasmo del momento. El riesgo mayor lo asume Barack Obama, que es probable que se encuentre ante la necesidad, en los próximos meses, de realizar un cambio de dirección hacia posiciones más progresistas, en el caso de que los grupos evangélicos decidiesen apoyar a John McCain y al Partido Republicano, como tradicionalmente han hecho en las elecciones presidenciales.

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