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El cuestionamiento del poder papal dividió a la iglesia el mundo y la historia
Teología

El cuestionamiento del poder papal dividió a la iglesia el mundo y la historia

Oct 31, 2013
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El 31 de octubre de 1517, la víspera de Todos los Santos, el monje agustino Martín Lutero, aprovechó antes las conmemorativas masas, su propuesta de reformar a la Iglesia Católica.

Literalmente, Lutero pegó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg, sus 95 tesis cuestionando las prácticas del papado, su enseñanza y la venta de indulgencias. Como la iglesia estaba ubicada en la calle principal de Wittenberg, las puertas funcionaban como una especie de tablón de anuncios al público.

Con este gesto de cuestionar públicamente al Papa, Lutero, comenzó una batalla teológica que luego se convertiría en una guerra religiosa que separaría a los países y cambiaría para siempre la historia.

El principal argumento de Lutero fue la enseñanza de la Escritura que «el justo vivirá por la fe». Luego estableció la doctrina de la «justificación por la fe», es decir, la justificación del pecador delante de Dios no viene por el esfuerzo personal, pero es algo bien recibido por todos los que creen en la obra de Cristo en la cruz.

Como su nombre lo indica, la Reforma quería cambiar la iglesia, no dividirla. Sin embargo, los argumentos de Lutero y sus aliados alcanzaron el centro del poder: el Vaticano. Entre sus críticas, Lutero negaba la infalibilidad papal, la autoridad para tomar las almas en el Purgatorio, negó que el Papa tenga las llaves del cielo y era necesario abandonar la adoración a los ídolos (los santos).

Escribió muchos tratados teológicos, los cuales fueron impresos y distribuidos a las personas en los siguientes meses, finalmente la difusión en toda Europa. Tradujo la Biblia a la lengua hablada por el pueblo, para que todos pudieran entender el mensaje divino, esta fue impresa en septiembre de 1522.

Lutero, fue llamado por el Vaticano para que se retractase ante el Papa. Amenazado de muerte, entró abiertamente en conflicto con la Iglesia Católica. En 1520, se refirió por primera vez al Papa como «el anticristo». Él y sus aliados fueron excomulgados por el Papa León X, a través de la bula papal Decet Romanum Pontificem en enero de 1521. Se alegó que incurrió en la «notoria herejía».

Dentro de cuatro años, se celebrará el 500 aniversario de la Reforma Protestante. La semana pasada, representantes de la Federación Luterana Mundial buscaron el Papa Francisco y se enteraron de que «los católicos y los luteranos se puede pedir perdón por el daño que han causado unos a otros y los pecados cometidos ante Dios, y para invocar el don de la unidad. Las dificultades abundan y hay un montón y es necesario tener paciencia, diálogo y comprensión mutua».
Estas son las 95 tesis que condujeron a la Reforma:

1 Cuando el Señor Jesucristo dijo: «Arrepiéntanse» (Mat. 4:17), quería que la vida entera de los creyentes fuera de arrepentimiento.

2 Esta palabra no puede ser comprendida como el sacramento de la penitencia, o sea confesión y satisfacción, tal como lo administra el clero.

3 Y no significa solamente arrepentimiento interior; ya que el arrepentimiento interior es inutil a menos que produzca alguna mortificación externa de la carne.

4 La pena del pecado permanece mientras permanezca el aborrecimiento de sí mismo (esto es, el verdadero arrepentimiento interior), hasta que entremos al reino de los cielos.

5 El papa no desea ni puede remitir ninguna pena excepto las impuestas por su propia autoridad o la autoridad de los cánones.

6 El papa no puede remitir ninguna culpa, excepto declarando y mostrando que ha sido remitida por Dios, o remitiendo culpa en casos reservados a su juicio. Si su derecho de conceder la
remisión en esos casos fuera hecho a un lado, la culpa ciertamente permanecería sin ser perdonada.

7 Dios no le remite la culpa a nadie a menos que al mismo tiempo lo humille en todo y lo sujete al vicario, al sacerdote.

8 Los cánones penitenciales son impuestos solamente a los vivos, y de acuerdo a los cánones mismos, nada debe ser impuesto a los muertos.

9 Por lo tanto, el Espíritu Santo por medio del papa es bondadoso con nosotros ya que en sus decretos siempre hace excepción del artículo de muerte y necesidad.

10 Los sacerdotes actuan ignorante y perversamente, cuando los que están agonizando son todavía cargados con penalidades canónicas para el purgatorio.

11 La cizaña de cambiar las penitencias canónicas por la penitencia en el purgatorio evidentemente fue sembrada mientras los obispos estaban durmiendo (Mat. 13:25).

12 Anteriormente las penitencias canónicas eran impuestas no después sino antes de la absolución, como pruebas de verdadera contrición.

13 Los que mueren son librados de toda penalidad por la muerte, en lo que concierne a las leyes del canon ya están muertos, y tienen el derecho de ser liberados de ellas.

14 Una piedad o un amor imperfectos de parte de la persona que está muriendo necesariamente trae gran temor. A menor amor, mayor temor.

15 Este miedo o terror es suficiente en sí mismo, por no mencionar otras cosas, para constituir la penitencia del purgatorio, ya que es muy cercano al horror de la desesperación.

16 El infierno, el purgatorio y el cielo parecen diferir de la misma forma que la desesperación y el miedo difieren de la certeza de la salvación.
17 Para las almas del purgatorio parece que el miedo necesariamente disminuye y el amor aumenta.

18 Es más, ni la razón ni la escritura prueban que las almas que están en el purgatorio se encuentren fuera del estado de mérito, o sea, incapaces de crecer en amor.

19 Tampoco se ha probado, que las almas del purgatorio, o al menos no todas, se hallen seguras de su propia salvación, aunque nosotros mismos podamos estar enteramente seguros de ella.

20 Por tanto el papa, cuando usa las palabras «plena remisión de toda pena», no quiere decir realmente «de toda pena», sino sólo de aquellas impuestas por él mismo.

21 Por tanto, los que predican que el hombre es absuelto de toda pena y salvo por las indulgencias del papa están en un error.

22 De hecho, las penitencias que el papa perdona a las almas del purgatorio, de acuerdo al canon de la ley ya han sido pagadas en vida.

23 Si el perdón de todo pecado y penitencia pudiera ser extendido a alguien, ciertamente sería dado a los más perfectos, o sea, a muy pocos.

24 Por esta razón, la mayoría de la gente es engañada por la promesa indiscriminada de perdón de penitencias.

25 El poder que tiene el papa sobre el purgatorio, corresponde al que tiene cualquier obispo o cura sobre su diócesis o parroquia.

26 El papa hace muy bien cuando concede perdón a las almas del purgatorio, no por el poder de las llaves que no tiene, sino por medio de la intercesión que se hace por ellos.

27 Predican doctrinas humanas cuando dicen: “tan pronto como suenan las monedas en el arca, las almas salen volando del purgatorio”.
28 Es cierto que cuando suenan las monedas en el arca, la avaricia puede aumentar; pero cuando la iglesia intercede, el resultado está solamente en las manos de Dios.

29 Quien sabe si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas, ya que según la leyenda tenemos las excepciones de San Severino y San Pascal.

30 Nadie está seguro de la integridad de su propia contrición, mucho menos de haber recibido total remisión.

31 El hombre que compra indulgencias es tan raro como el que es realmente penitente. Ciertamente es en extremo raro.

32 Los que creen estar seguros de su salvación porque tienen indulgencias serán eternamente condenados, juntamente con sus maestros.

33 El hombre debe permanecer en guardia contra aquellos que dicen que el perdón del papa es un don de Dios, por medio del cual el hombre es reconciliado con Dios.

34 Las gracias de las indulgencias sólo tienen que ver con las penas sacramentales establecidas por los hombres.

35 Los que enseñan que la contrición no es necesaria de parte de los que intentan sacar almas del purgatorio o comprar privilegios de confesión predican una doctrina no cristiana.

36 Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene el derecho de recibir perdón completo de pecado y remisión completa de culpa, aunque no tenga cartas de indulgencia.

37 Cualquier cristiano verdadero, sea vivo o muerto es partícipe de las bendiciones de Cristo pues es una dádiva de Dios, sin necesidad de indulgencias.

38 Sin embargo, la remisión y bendición papal no deben ser despreciadas, pues son, como dije en la tesis No. 6 una proclamación de la remisión que viene de Dios.

39 Es muy dificil, aun para los teólogos más capaces encomendar a la gente las indulgencias y a la vez la necesidad de una verdadera contrición.

40 El cristiano verdaderamente contrito busca y ama pagar penitencias por sus pecados. Mientras que las indulgencias relajan las penitencias y dan lugar para que los hombres las odien.

41 Las indulgencias papales deben ser predicadas con precaución, no sea que la gente equivocadamente piense que son preferibles a otras buenas obras de amor.

42 Los cristianos deben ser enseñados que el papa no piensa que la compra de indulgencias debe de alguna manera ser comparada con los actos de misericordia.

43 Los cristianos deben ser enseñados que aquel que da a los pobres o presta al necesitado hace algo mejor que aquel que compra indulgencias.

44 Ya que el amor crece con las obras de amor, el hombre se hace mejor por medio de las obras de amor. Las indulgencias no hacen mejor a ningún hombre, simplemente lo libran de penitencias.

45 Los cristianos deben ser enseñados que aquel que ve pasar a un necesitado y no le ayuda, sino prefiere usar su dinero para comprar indulgencias, no compra indulgencias papales sino la ira de Dios.

46 Los cristianos deben ser enseñados que a menos que tengan más de lo que necesitan, deben reservar lo suficiente para las necesitades de su familia y no gastar todo su dinero en indulgencias.

47 Los cristianos deben ser enseñados que la compra de indulgencias es un asunto de libre voluntad y no un mandamiento.

48 Los cristianos deben ser enseñados que cuando el papa emite indulgencias, necesita y desea sus oraciones más que su dinero.

49 Los cristianos deben ser enseñados que las indulgencias papales son útiles si no ponen su confianza en ellas, pero muy peligrosas si por ellas pierden su temor de Dios.

50 Los cristianos deben ser enseñados que si el papa supiera de las exacciones que cometen los predicadores que presentan al pueblo las indulgencias, preferiría quemar y reducir a cenizas la basílica de San Pedro, que construir con la piel, la carne y la sangre de sus ovejas.

51 Los cristianos deben ser enseñados que el papa quisiera y debería dar su propio dinero, aunque tuviera que vender la basílica de San Pedro, a aquellos a quienes ciertos hombres inescrupulosos les han arrancado dinero a cambio de las indulgencias.

52 Es vano confiar en la salvación por indulgencias, aunque el representante de las indulgencias, o aun el papa, ofreciera su alma como garantía.

53 Son enemigos de Cristo y del papa, los que prohíben la predicación de la Palabra de Dios en algunas iglesias para que las indulgencias puedan ser predicadas.

54 La Palabra de Dios es menospreciada, cuando en el mismo sermón, se le da el mismo o más tiempo a las indulgencias que a la predicación de la Biblia.

55 Ciertamente es el sentimiento del papa que si las indulgencias siendo una cosa insignificante son celebradas con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio que es lo más grande, debe ser predicado con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.

56 Los verdaderos tesoros de la iglesia, no son suficientemente discutidos o conocidos entre la gente de Cristo.

57 Es claro que las indulgencias no son tesoros temporales, pero muchos vendedores de indulgencias no las distribuyen gratuitamente sino recolectan dinero de ellas.

58 Las indulgencias tampoco son méritos de Cristo y los santos, porque aun sin el papa, Cristo siempre obra gracia para el hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno para el hombre externo.

59 San Laurencio dijo que los pobres eran los tesoreros de la iglesia, pero él hablaba de acuerdo al uso que tenía esa palabra en su tiempo.
60 Con total certidumbre decimos que las llaves de la iglesia, dadas por los méritos de Cristo, son aquel tesoro.

61 Es claro que el poder del papa es suficiente para la remisión de penitencias impuestas por él mismo.

62 El verdadero tesoro de la iglesia es el santísimo evangelio de la gloria y gracia de Dios.

63 Pero ese tesoro constituye para el hombre natural lo más odioso, porque hace que el primero sea el último (Mat. 20:16).

64 Por otro lado, el tesoro de las indulgencias es más aceptable para muchos, porque hace que el último sea primero.

65 Los tesoros del evangelio son las redes con que uno antes pescaba hombres de riqueza.

66 Los tesoros de las indulgencias son redes con las que ahora pescan la riqueza de los hombres.

67 Las indulgencias que los demagogos aclaman como la gracia más grande, lo son solamente si promueven ganancias para ellos.

68 Sin embargo, son de verdad las más insignificantes cuando se comparan con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.

69 Los obispos y los curas están obligados a admitir a los comisarios de las indulgencias papales con toda reverencia.

70 Pero más que nada deben forzar sus ojos y oídos, no sea que esos hombres prediquen sus propios sueños y no lo que el papa los ha comisionado a decir.

71 Todo el que hable mentira respecto a las indulgencias papales sea maldito.

72 Pero bendito sea aquel que proteje a la población contra los deseos desmedidos de los predicadores de las indulgencias.

73 Tal como el papa justamente se pronuncia contra los que por cualquier medio planean entorpecer la venta de indulgencias.

74 Mucho más tiene como propósito pronunciarse contra los que usan las indulgencias como pretexto para planear el menoscabo del santo amor y la verdad.

75 Considerar las indulgencias papales tan grandes que puedan absolver al hombre aunque haya hecho lo imposible y haya violado a la madre de Dios es locura.

76 Por el contrario, en lo que a la culpabilidad concierne, decimos que las indulgencias papales no pueden remover el menor de los pecados veniales.

77 Decir que si San Pedro fuera ahora el papa, no podría otorgar mayor gracia que las indulgencias es blasfemia contra San Pedro y contra el papa.

78 Por el contrario decimos que éste o cualquier otro papa sea quien fuere, tiene mayores gracias a su disposición, es decir: el Evangelio, poderes espirituales, dones de sanidad, etc. como está escrito (1ª Cor. 12:28).

79 Decir que la cruz adornada con el escudo de armas del papa y presentada por los predicadores de indulgencias tiene el mismo valor que la cruz de Cristo es blasfemia.

80 Los obispos, curas y teólogos que permiten que tales rumores circulen entre la gente tendrán que responder por eso.

81 Esta predicación descuidada de las indulgencias hace difícil hasta al hombre más sabio rescatarla reverencia que se le debe al papa de preguntas y comentarios negativos de los laicos.

82 Preguntas tales como: ¿Por qué el papa no vacía el purgatorio por amor santo y por la terrible necesidad de las almas que están allí, si redime un infinito número de almas por causa del miserable dinero que obtiene para construir iglesias? La primera razón sería más justa, la segunda es muy trivial.

83 ¿Por qué continúan las misas por los muertos? y ¿Por qué no devuelve el dinero que se ha depositado para que se hagan misas por los muertos? Si ya fueron redimidos, ¿Para qué orar por su redención?

84 De nuevo: ¿Es de Dios esta nueva piedad que el papa por dinero permita que un hombre que es enemigo de ellos saque del purgatorio el alma de un piadoso amigo de Dios? Por qué no liberan por amor esa alma piadosa.

85 De nuevo: ¿Por qué los cánones penitenciales ya muertos y en desuso son satisfechos con la emisión de indulgencias como si todavía estuvieran vigentes?

86 De nuevo: ¿Por qué el papa cuya riqueza es mayor que la del más rico Craso, no construye la basílica de San Pedro con su propio dinero, en vez de construirla con el dinero de sus pobres creyentes?

87 De nuevo: ¿Qué les otorga o remite el papa a aquellos que por perfecta contrición tienen el derecho de recibir bendiciones y total remisión de pecados?

88 De nuevo: ¿Qué mayor bendición podría venir a la iglesia si el papa le otorgara a estas bendiciones y remisiones a todo creyente cien veces al día en vez de una como lo hace hoy?

89 Ya que el papa por medio de sus indulgencias no busca dinero sino la salvación de las almas ¿Por qué suspende las indulgencias y perdones otorgados con anterioridad si tienen la misma eficacia?

90 Reprimir estos argumentos de los laicos por la fuerza y no por medio de la razón, es poner en ridículo a la iglesia y al papa y hacer infelices a los cristianos.

91 Si entonces, las indulgencias fueran predicadas de acuerdo al espíritu y la intención del papa, ciertamente todas estas dudas serían rápidamente resueltas.

92 A un lado entonces, con todos estos profetas que le dicen al pueblo de Cristo: “Paz, paz”, pero no hay paz (Jer. 6:14).

93 Benditos sean todos esos profetas que le dicen al pueblo de Cristo !“Cruz, cruz” y no hay cruz!

94 Los cristianos deben ser exhortados a ser diligentes en seguir a Cristo que es su cabeza, aunque tengan que sufrir un infierno de penalidades y hasta la muerte.

95 Por lo anterior, podrán estar confiados de entrar al cielo por medio de muchas tribulaciones y no por la seguridad de una falsa paz (Hec. 14:22).

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