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Sociedad

Lula da Silva tras el voto evangélico

Oct 30, 2006
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No es para menos. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), estos grupos reúnen a 26 millones de personas, es decir, el 15% de la población del país.

Claro que se trata de datos de 2002. Se calcula que actualmente su presencia podría ser mucho mayor, ya que en los últimos años han crecido tanto que las proyecciones arrojan 40 millones de fieles (20% de los habitantes).

Números más o menos, lo cierto es que los seguidores de estos cultos se han convertido en una importante fuerza política que los principales partidos han comenzado a cortejar.

Alianzas

El presidente Lula se reunió en septiembre con Manoel Ferreira, uno de los líderes de una de las iglesias evangélicas más importantes de Brasil, la Asamblea de Dios, y recibió el respaldo del grupo de pastores dirigidos por ese religioso.

Con 10 millones de fieles, la Asamblea está presente prácticamente en todo Brasil y tiene singular fuerza en las ciudades de Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte y Porto Alegre, los centros urbanos más poblados.

Otra denominación poderosa es la Iglesia Universal del Reino de Dios, que cuenta con una cantidad similar de seguidores y una estructura de comunicación incomparable al controlar redes de TV, diarios y radios a lo largo y ancho del país.

Lula ha procurado aliarse con el Partido Republicano Brasileño (PRB), creado en Río de Janeiro con la firma de 600.000 fieles de este culto y encabezado por uno de sus «obispos», el senador Marcelo Crivella.

De modo que las iglesias evangélicas no sólo son una importante fuente de votos, sino que también cuentan con miembros cada vez más activos en la vida pública que pueden transformarse en socios preciados a la hora de construir alianzas.

Extracción humilde

«La gran mayoría de los miembros de nuestra iglesia es de clase baja, personas bien pobres», explica a BBC Mundo el pastor Adarley Martins, quien predica en uno de los templos de la Asamblea de Dios en Guarulhos, en las afueras de Sao Paulo.

Esta sede pertenece a una de las congregaciones más grandes que forman este grupo evangélico y que apoya oficialmente a Lula.

Cuando le preguntamos si, en general, se discute sobre política en las reuniones con los fieles de la Asamblea, Martins contesta: «Buena parte de los pastores acaban abriendo un espacio en el templo para que los políticos vengan y hablen en las reuniones».

«Suelen acercarse candidatos pertenecientes a la iglesia o aquellos apoyados oficialmente por ella, como ocurrió con Lula en septiembre».

Martins nos cuenta que algunas congregaciones incluso realizan reuniones para decidir a qué postulante respaldar. «Hay una participación política bien importante», asegura.

Claro que no siempre resulta fácil conciliar los principios religiosos con los políticos, admite el pastor. «Nuestro culto busca que la vida esté pautada por los Evangelios, considerados la suprema autoridad».

Martins aclara que su congregación apoya a Lula sobre todo por la cuestión social, ya que -según él- en esta materia el discurso del mandatario «atiende más a las ideas y propósitos» de su iglesia.

¿Ello puede influir en el resultado de la segunda vuelta del domingo? «Como la Asamblea cuenta con un gran número de miembros, acaba teniendo un poder político grande y haciendo una diferencia en la elección», opina.

«Oyen bien»

La postura oficial de la Asamblea de Dios es que queda a criterio de cada pastor hablar de política en el templo y recomendar a un candidato.

Sin embargo Lourdes Sola, analista política de la Universidad de Sao Paulo, no cree que los religiosos sean todopoderosos a la hora de hacer proselitismo.

«Dudo que su influencia política sobre los fieles sea automática cuando predican en la iglesia. Pienso que más bien introducen el tema cuando tienen un público dispuesto; ellos oyen bien a sus clientes», dice Sola a la BBC.

Lo cierto es que, en los últimos años y en cada nueva elección, los cultos evangélicos han expandido su representación en el Congreso.

Si hoy formaran un solo partido, serían la tercera fuerza en la Cámara de Diputados, ya que suman más de 60 legisladores que son miembros o que cuentan con su respaldo.

Tal vez consciente de la importancia del factor religioso en la carrera electoral, Lula ha dicho que Dios quiere que él gane el domingo. Si se cumple esta profecía, el presidente quizás se sienta más cerca del Cielo político.

BBC Mundo

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