En septiembre, una campaña ideada por una pequeña iglesia de Chicago llamó la atención por su singularidad. En general fueron personas que hicieron donaciones para las iglesias, pero la pastora Laura Truax, decidió invertir el proceso.
Líder de la Iglesia LaSalle Street, Truax decidió utilizar los fondos procedentes para negociar un antiguo inmobiliario. En la década de 1970, su denominación hizo una inversión en predios. Recientemente fueron vendidos y la iglesia ganó 1.6 millones de dólares. La mayoría fue para la iglesia central y el resto se invirtió en diferentes formas, incluyendo proyectos misioneros.
Sin embargo, 10% de estos ingresos fue compartido con los fieles que asisten a los cultos, una especie de «diezmo inverso». Al dividir la cantidad por 320 miembros registrados, cada uno recibió 500 dólares. Los cheques fueron distribuidos durante el servicio y el pastor hizo un llamamiento a los fieles a hacer el bien» y «ayudar a los necesitados» con ese dinero.
Cada uno tenía la libertad de usar el dinero a su antojo, pero la pastora pidió que lo mejor fuera dárselo a los demás necesitados. Ella dijo que oró mucho sobre cómo debía utilizar el dinero y eso es lo que Dios le dijo que hiciera por lo que los fieles se sorprendieron e incluso tuvieron un poco de temor.
Ahora, la campaña ha terminado y a cada miembro se le pidió que diga lo que hizo con el dinero. Los videos están siendo colocados en la cuenta de la iglesia en YouTube. Para la pastora, esta es una manera de dar testimonio.
De hecho, la iglesia tiene una fuerte presencia social. A lo largo de su historia siempre ha mantenido un ministerio que alimentar familias sin hogar. También ha invertido recientemente en una ambulancia para una obra misionera en una clínica en Nigeria.
Sus miembros dicen que las donaciones fueron para miembros de la familia que tenían algún tipo de necesidad. Algunos enviaron el dinero a misiones, otros a una escuela en el Himalaya, un centro de salud en Uganda y un proyecto de riego en Tanzania.
La predicación de la pastora fue la «Parábola de los Talentos», en el que Jesús habla de la forma en que cada uno recibió algo de Dios y cómo tendrá que dar cuenta de ello.
