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Iglesia

Se conmemora un siglo del nacimiento del pentecostalismo

May 2, 2006
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Corría 1906 cuando William Seymour, hijo de esclavos, fue a una pequeña iglesia para predicar que «hablar en lenguas» era el camino de la salvación. La congregación rechazó su mensaje y lo echó.

Pero firme en su convicción, Seymour inició su propio grupo de oración, primero en la casa de un amigo y después en una iglesia abandonada en el nordeste de Los Angeles. En semanas, gente de todas las razas acudía a los servicios en los cuales los feligreses se caían al piso y proferían sonidos extraños e ininteligibles.

El movimiento que inició y que provocó titulares internacionales se considera el germen del moderno pentecostalismo.

A su vez el pentecostalismo, alguna vez marginado de las corrientes religiosas centrales, ahora dice tener 600 millones de miembros en el mundo y es uno de los sectores de mayor crecimiento en el cristianismo, según Vinson Synan, decano de la Escuela de Teología de la Universidad Regent y ministro de la Pentecostal Holiness Church.

A partir de fines de abril, decenas de miles de partidarios se aprestan a reunirse en Los Angeles para conmemorar los cien años del movimiento, una celebración que comienza con una visita a la esquina donde se alzó la iglesia original. En ese lugar en la calle Azusa, en el corazón del barrio que se conoce como Pequeña Tokio, se ve una placa conmemorativa.

«Consideramos el centenario como un regreso al pasado, un recuerdo maravilloso de lo que Dios hizo hace cien años», dijo el pastor Billy Wilson, director ejecutivo del Centro de Renovación Espiritual, patrocinador de la celebración. «Queremos mostrar al mundo que el pentecostalismo no se reduce a sentirse bien y hablar en lenguas».

Los pentecostales creen en un compromiso personalizado con Cristo y una segunda experiencia conocida como «bautismo en el Espíritu Santo». Ese bautismo es habitualmente acompañado del hablar en lenguas, aunque otros «dones» del Espíritu Santo pueden incluir sanaciones, exorcismos y profecías. Los feligreses basan la práctica en Hechos 2:1-4, en que los apóstoles de Jesús «fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen».

La corriente central del cristianismo ha rechazado el hablar en lenguas durante más de mil años, por considerar que el don del Espíritu Santo concluyó con los apóstoles. Pero cuando Seymour vino a Los Angeles en 1906, las condiciones eran propicias para resucitar el mensaje largamente olvidado.

La ciudad de 240.000 habitantes había duplicado su población en sólo seis años y tenía tantas iglesias nuevas que se había ganado el mote de «la Jerusalén estadounidense».

Cientos de cristianos estaban tan preocupados por la mentalidad libertina de la ciudad de crecimiento vertiginoso que se apartaron de las corrientes centrales de la religión para orar por un renacimiento espiritual masivo.

Esas preocupaciones se agravaron el 18 de abril _apenas cinco semanas después de la llegada de Seymour_ cuando San Francisco se vio conmovida por un intenso terremoto. Muchos consideraron el sismo como un indicio del apocalipsis.

El mismo día del desastre, un diario grande de Los Angeles publicó un artículo de primera plana sobre las extrañas reuniones de oración de Seymour: servicios nocturnos tan rudos que dos policías fueron apostados de tiempo completo en la iglesia para mantener el orden. El titular decía «Babel extravagante de lenguas: se desata nueva secta de fanáticos».

Muy pronto, los ocho diarios principales informaban sobre el movimiento, como también los periódicos religiosos que se distribuían en las iglesias evangélicas en toda la nación. Se corrió la voz en todo el país _y luego en el mundo_ sobre la renovación masiva que se estaba experimentando en Los Angeles.

Una de las características más notables de la renovación espiritual, dicen los expertos, era que negros y blancos participaban del culto bajo el mismo techo y compartían las responsabilidades pastorales.

«En su mejor momento atraía gente de toda clase, ricos y pobres; hispanos, negros, judíos, todos», dijo Synan. «Iglesias enteras se disolvían para unírseles. Era como una fuerza sobrenatural. La gente decía que se podía sentir en el aire a tres cuadras de distancia».

En ocho meses, casi 20 misioneros del movimiento salieron hacia Africa, India y China para iniciar iglesias pentecostales, dijo Cecil Robeck Jr., profesor de historia eclesiástica y ecumenismo en el Seminario Teológico Fuller en Pasadena.

Los revivalistas también establecieron iglesias pentecostales en el sur y el medio oeste, incluyendo la Pentecostal Holiness Church, la Church of God en Cleveland, Ohio, y la Church of God in Christ en Memphis, Tenesí.

La influencia del pentecostalismo también puede sentirse en otras iglesias evangélicas, particularmente en la música y estilo de culto de las megaiglesias, observó Synan.

«Puedo ir casi a cualquier iglesia bautista y metodista y sentirme como que estoy en una iglesia pentecostal», dijo. «Entonan las mismas canciones, los mismos coros, levantan las manos».

Hoy es menos probable que los pentecostalistas hablen en lenguas, quizás en parte porque esa práctica ha hecho que algunas denominaciones tradicionalistas los tengan a menos. Los expertos calculan que sólo el 40% de los pentecostalistas hablan hoy en lenguas, e incluso son menos los que lo hacen en el exterior, donde el movimiento crece más rápido, dijo Robeck.

«Esa es una cuestión pastoral patente en estos días», afirmó. «Todavía sostenemos que todo pentecostal debería tener esa habilidad, pero mucha gente no la está desarrollando».

Los que asisten a la celebración del centenario esperan debatir el tema y planificar su ministerio para los próximos cien años.

LaVoz

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