“Los chilenos creen en Dios, pero no en las instituciones religiosas” sentenció Marta Lagos, directora para Chile de MORI, en la presentación de la tercera versión del Estudio Mundial de Valores Chile 2006 sobre la religión y la familia, una encuesta que se aplica en 80 países.
El sondeo, cuya primera medición en Chile fue en el año 1990 con la llegada de la democracia, estableció que un 63% de los encuestados se declara religioso, una cifra baja en comparación al primer estudio cuando un 77% se definía practicante. Según el análisis de MORI, este cambio se manifiesta en el hecho que los chilenos piensan menos en el significado de la vida y en la pérdida de confianza en las instituciones religiosas.
Este punto afecta especialmente a la Iglesia Católica, dado que las personas que se declaran pertenecientes a esa religión disminuyeron de un 71% a un 61%. Mientras, los evangélicos aumentaron de un 12% a un 17% de los consultados.
El rol de la iglesia también fue duramente criticado por los encuestados. Un 56% de las personas desea que la institución eclesiástica se involucre menos en la vida política y social del país y sólo un 43% cree que la iglesia da respuestas a los problemas sociales. Pero ante la consulta sobre la importancia de Dios en su vida, en una escala de 1 (“Nada importante”) a un 10 (“muy importante”), el resultado 2006 es de 8,6, una décima menos que en 1990, por lo que este valor se mantiene estable para la sociedad nacional.
Según el sondeo, nuestro país ha adoptado los valores de las sociedades desarrolladas, evolucionando de una manera progresista, donde factores como el materialismo y la secularización están transformando a los chilenos.
Un ejemplo de ello se ve reflejado en la familia chilena, donde la tendencia es a liberalizar las prácticas y aceptar las nuevas formaciones familiares. De hecho, en el 2000, un 31% de los chilenos pensaba que el matrimonio era una institución anticuada, mientras en el 2006 esa cifra se redujo a un 27%.
También se observa una aceptación de los roles de la mujer, y –según MORI- “la elección de Michelle Bachelet es la expresión de cómo uno de los puntos más controvertidos del cambio valórico, que son las actitudes hacia las mujeres, gana una mayoría dominada por mujeres que son las portadoras del cambio”·.
El estudio concluye que Chile se ha liberalizado mucho más de lo que ha sido capaz de democratizarse y estas transformaciones han llevado a un cambio en la sociedad que ha sido más por una evolución natural que por transformación política.
La Nación
