Ochocientas personas, la mayoría de etnia gitana, se reunieron durante el fin de semana en el aparcamiento del pabellón de La Magdalena, en unas jornadas culturales de la Iglesia evangélica de Filadelfia, promovidas por la asociación «Avilés Progresa», con Antonio Jiménez a la cabeza. El objetivo del encuentro, hablar de problemas que afectan a toda la sociedad, como la droga, el racismo y la violencia de género, durante tres días.
Lisardo Salazar es el coordinador de las veintiocho iglesias de Asturias y el norte de Castilla y León que participaron en las jornadas. Nació hace cincuenta y dos años en Zamora, donde se crió en un colegio católico. Dieciséis años después, se convirtió a la Iglesia evangélica de Filadelfia. Desde entonces, este pastor evangélico, que se gana la vida vendiendo patatas, ha encontrado el camino en la Biblia. De todo eso y de los temas que se trataron en las jornadas, con apasionados sermones y cantos de fondo, habló el sábado Salazar, siempre Biblia en mano. -Se reúnen en Avilés iglesias de Asturias y el norte de Castilla y León, – ¿Por qué?
En España hay más de novecientas iglesias evangélicas de Filadelfia. Por comodidad, nos juntamos aquí, hay una división geográfica. En cada región suele haber un responsable, o mejor un equipo de hombres, aunque nuestra gran lucha es que no haya una sola cabeza, porque ésa tiene que ser Cristo.
– ¿En qué se diferencia la Iglesia evangélica del catolicismo?
Tienen muchas cosas en común, pero también son muchas las diferencias. Para los evangélicos, la máxima autoridad es la Biblia. Es la misma Biblia que la del catolicismo, pero para nosotros es nuestro fundamento. Nuestra única base de fe es la palabra de Dios. Por eso entendemos que no hay ningún hombre por encima de los demás. Otra diferencia es que los evangélicos no nos confesamos unos con otros, ¿O acaso no soy yo también pecador? El único que puede perdonar es Dios. Además, a nuestros niños no los hacemos evangélicos con el bautismo. Son ellos, de adultos, los que deciden libremente si quieren creer, como yo lo decidí con 16 años.
– ¿Y cómo se produjo la conversión?
Nació al leer la Biblia. Escuchando a un pastor evangélico en Zamora, me di cuenta de que muchas cosas que yo hacía, que me habían enseñado y pensaba que estaban bien, en realidad no se correspondían con la palabra de Dios. Por ejemplo, adorar a santos, que tienen ojos que no ven y manos que no palpan. Dios es espíritu. Las imágenes son un negocio y la misma Biblia lo condena.
– En estas jornadas participan prácticamente sólo gitanos…
La mayoría son gitanos, sí, porque a nosotros nos reciben más fácilmente, pero la Iglesia evangélica de Filadelfia está abierta a todos. De hecho, los evangélicos están extendidos por toda España, no sólo entre los gitanos.
– ¿Por qué un drogadicto, por ejemplo, puede encontrar ayuda en la Iglesia evangélica?
Nosotros valoramos lo que la sociedad hace por el drogadicto, pero entendemos que hay una fuerza mayor que el médico o la medicina, y ésa es Dios. Quien se acerca a él de forma sincera encuentra la salvación. Jesucristo está de brazos abiertos para ayudar a todo el mundo.
– El alcoholismo está más extendido.
El alcohol es otra droga, aunque más generalizada, pero es lo mismo que las demás.
– Otro de los temas que se tratan en estas jornadas es el maltrato a la mujer, entre los gitanos suele haber menos denuncias…
Porque somos una minoría. También habrá gitanos que maltraten, pero hay menos denuncias, eso está claro.
– ¿Hay mujeres pastoras en la Iglesia evangélica de Filadelfia?
Hay muchas mujeres pastoras y hermanas que sirven al Señor igual que todos.
– La música tiene mucho protagonismo en los actos religiosos evangélicos, como estamos escuchando…
La música es muy importante. La misma Biblia lo aconseja en uno de sus salmos. Lo hacemos para agradar a Dios. Es como cuando me haces una pregunta, también debo responder lo que dice Dios.
