NOTICIACRISTIANA.COM.- Durante 10 años al frente del régimen comunista de Corea del Norte, el dictador Kim Jong-un no ha relajado la tolerancia religiosa y política contra los críticos de la dictadura. Por el contrario, las acciones de represión han sido cada vez más duras, incluyendo la ejecución pública de disidentes.
Kim Jong-un se convirtió en líder de la dictadura de Corea del Norte el 11 de abril de 20121. En el país, existe un régimen en el que los gobernantes son tratados como personas dignas de adoración. Se llama el “culto a la personalidad”.
Con esto, el líder coreano es visto casi como un dios al que la población debe rendirle devoción. “El camarada Kim Jong-un es nuestro partido, el líder militar y supremo del país, que hereda la ideología, el liderazgo, el carácter, las virtudes y el coraje del gran camarada Kim Jong-il”, dice el gobierno, según Portas Open.
“El dictador de Corea del Norte ha aislado a la nación incluso más que su padre Kim Jong-il y su abuelo Kim Il-sung. Como resultado, los cristianos de Corea del Norte, continúan siendo perseguidos y ya no tienen la misma facilidad para huir a través de las fronteras, porque serían asesinados inmediatamente por los guardias del gobierno.
Biblia delito grave
En su lista mundial de persecución religiosa que se publica cada año, Corea del Norte aparecía en 2022 en la 2ª posición, solo por detrás de Afganistán. El país, sin embargo, por más de 20 años ocupó el 1er lugar. La caída al segundo lugar, sin embargo, no tuvo nada que ver con mejorar la vida local.
“Aunque el país ocupa el segundo lugar en la Lista Mundial de Persecuciones de 2022, la presión contra los seguidores de Jesús obtuvo el puntaje más alto de la historia”, explica Puertas Abiertas, mostrando que el inminente resurgimiento del grupo terrorista talibán en Afganistán, era la única diferencia en la lista.
En Corea del Norte, cualquiera que cuestione el régimen comunista es visto como una amenaza. Los disidentes sufren diversos castigos que van desde el encarcelamiento en campos de concentración, la privación de los servicios públicos básicos, así como la ejecución pública.
“Incluso la posesión de una Biblia se considera un delito grave y debe ser severamente castigado. Los niveles de persecución, opresión y hambre han aumentado aún más durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19”, concluye Puertas Abiertas.
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