Ricardo Izecson dos Santos Leite, conocido como Kaká por la gracia de su hermano pequeño Roberto que no era capaz de decir bien su nombre de pila, juega como vive. Con calma, con relajación, con salud mental, con buenaventura. Cuando controla el balón y se da la vuelta el mundo se abre a su paso. Zancada de cigüeña, mirada alta, balón cercano. Más diestro que zurdo, puede salir por los dos lados y cuando ha cogido velocidad, tres cuatro zancadas después de poner en marcha un motor de pocas revoluciones pero mucha resistencia, ya no hay quien le frene.
La estrella del fútbol brasileño Kaka, quien juega con el equipo italiano de la liga de Milán, dijo a los medios que entre sus planes esta el de estudiar teología, ademas que estaba pensando en convertirse en pastor evangélico próximamente.
Fiel a sus ideales de «atleta de Cristo», ya es característica de Kaká la imagen de sus celebraciones alzando los dedos hacia el cielo, agradeciendo el gol a Dios. Promedia unos 10 goles por temporada, pero su verdadera vocación sobre el césped es darlos. Eso le hace aún más letal, más peligroso.
Kaka es amante de la musica gospel y fue nombrado embajador de la ONU en el programa que combate a la miseria en el mundo y es el único miembro de las cuatro personas conocidas como «el cuadrado mágico», elegido por Pariera, para jugar regularmente bajo el mando del nuevo entrenador brasileño Dunga.
Agencia Orbita
