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Sociedad

Richie Ray y Bobby Cruz: “La vida de nosotros ahora es para servirle al Señor”

Jul 31, 2008
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Los veteranos salseros boricuas Richie Ray y Bobby Cruz estaban a punto de perderse en las drogas y el alcohol cuando en 1975 la fe en Dios los salvó, recuperaron sus carreras y consiguieron nuevos éxitos.

Habían conseguido la fama años antes con canciones que combinaban las influencias de la música clásica con melodías afroantillanas y los ritmos del rock and roll, el twist y el rhythm and blues.

Discos como “Jala jala y Boogaloo” (1967), “Los durísimos” (1968), “Agúzate” (1969) y “Sonido bestial” (1970) fueron grandes éxitos de la primera época Ray y Cruz, pero la fama comenzó a pasarles la factura en forma de adicciones y problemas de faldas.

Fue entonces cuando Ray sintió que debía seguir los pasos del Todopoderoso porque “me faltaba algo”, aseguró a Efe.

“Yo me sentía insatisfecho por todo lo que hacía con las mujeres, el ron, la cerveza y la droga”, recordó durante una entrevista en la Fundación Nacional para la Cultura Popular en el Viejo San Juan.

“Empezaron a pasar cosas”, sostuvo Ray, quien explicó que sintió que “Dios me hablaba y me dijo que tenía un plan con mi vida”.

“Yo decía: ‘estoy fumando mucha marihuana’”, recordó Ray, quien se integró a la orquesta de Cruz en 1963 tras licenciarse del Ejército y comenzó así una de las colaboraciones más fructíferas y prestigiosas de la historia de la salsa.

“Notaba que estaba deprimido”, recuerda Ray, quien decidió acudir a uno de los cultos evangélicos a los que lo invitó Alicia, una ex monja que se unió a la orquesta.

“Algo comenzó a suceder en mí que fue radical. Bobby (Cruz) se puso bravo por mi forma de pensar y de reaccionar. Él me dijo que estaba tirando diez años a la basura”, recordó.

Cruz, por su parte, dijo a Efe que notó los cambios de su compañero. Entonces, un médico le apostó a Cruz que si en los próximos días Dios no le hablaba también a él, le pagaría miles de dólares.

“A la semana, el Señor se me reveló al hablarme por siete horas. Llegué a la conclusión de que eran extraterrestres. Se lo conté a Richie y dijo: ‘Gloria a Dios’”, recordó Cruz.

“Pensé que era un marciano. Entonces le dije que hiciera un milagro. Me dijo que el teléfono iba a sonar y que fuera a donde me indicaba. El teléfono sonó y era Richie, quien me invitó a ir a un culto”, aseguró.

Cruz le iba a colgar “porque estaba esperando una llamada importante”, pero reconoció que era su compañero obrando por Dios y decidió acompañarlo al culto, en donde el predicador invidente Agustín Pimentel hablaba de que “los ciegos iban a ver” y en el momento en el que Cruz pensó que “estaba loco”, el orador lo señaló súbitamente y le dijo que estaba equivocado.

Cruz admitió que su vida diaria hasta ese momento “era peor” que la que llevó a la muerte al legendario salsero Héctor Lavoe (1948-1993).

“La vida de nosotros ahora es para servirle al Señor”, afirmó Cruz, actualmente pastor de más 70 iglesias en Estados Unidos.

Ray, por su parte, pensó que por su conversión a la religión “la música se iba a ir a pique”, pero el presidente de la compañía de discos Fania, Jerry Masucci, les permitió que “si queríamos, metiéramos ese mensaje de Dios” en las producciones.

En un primer momento, la popularidad y las ventas de los salseros decayó, pero la canción “Juan en la ciudad”, versión salsera de la parábola bíblica del “hijo pródigo” incluida en el disco “Reconstrucción” (1976), volvió a conquistar los corazones de sus fanáticos.

Entre las cien producciones que han sacado al mercado los salseros se encuentran los discos “Richie Ray y Bobby Cruz Viven” (1977), “El sonido de la bestia” (1980), “De nuevo los durísimos” (1980) y “Cuando era niño” (1999).

Ray y Cruz iniciarán el próximo 16 de agosto en el Coliseo de Puerto Rico José M. Agrelot de San Juan su gira internacional “Mi bandera”, donde celebrarán sus 45 años de carrera, y que los llevará a ciudades de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos.

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