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Desilusión evangélica: Una crítica sin bastimento contra la iglesia
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Desilusión evangélica: Una crítica sin bastimento contra la iglesia

Nov 30, 2023
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Por Nínro Ruíz Peña. –  Yo he sido el más grave crítico anónimo de las iglesias evangélicas, por largos años profesando esta fe, ha terminado en detrimento mi percepción que tenía hacia ellas.  Con los dedos de las manos podría señalar a cuántos podría llamar verdaderos hermanos de la fe en las iglesias evangélicas y me quedaría sin números tratando de contar la falsedad e hipocresía que abunda en aquellos que dicen ser cristianos evangélicos.

Sí esta es una crítica durísima, tan fuerte como la que una vez señaló nuestro Señor Jesucristo cuando llamó a los fariseos y maestros de ley “hipócritas, sepulcros blanqueados”. Mateo 23:27-32.

Jamás había escrito una crítica hacia fe evangélica la cual profeso ahora, pero me da vergüenza decir que me identifico con la religión evangélica, porque actualmente no es lo que era antes cuando ingresé en 1997, con lo tan banal y carente de genuinidad, que hay en todas las denominaciones evangélicas.

La fórmula superficial: saludos, ofrendas y asientos

Seguramente, el que me está leyendo, ya tiene una fábrica de piedras canteras para luego lanzármelas por esto que estoy diciendo contra el sistema religioso de las denominaciones evangélicas, que no nos está permitiendo vivir un cristianismo genuino, bíblico, pero estoy seguro que tú, cristiano evangélico que has buscado cada día parecerte a Cristo, has terminado decepcionando de tu iglesia, de tus líderes, de los dirigentes corruptos de tu denominación.

Muchas veces, solo eres un número para el diezmo, un lugar en una silla, una ofrenda más que recaudar, un asistente más que llena un lugar, un miembro más en una lista y completo extraño en tu propia iglesia y con unos pocos hermanos y hermanas que te aprecian, porque para el resto solo eres una oveja más que trasquilar.

La brecha entre título y realidad: «Hermanos» de etiqueta

Según mi apreciación, otros pueden tener una diferente a la mía, pues no es única, la iglesia, independientemente de que esté compuesta por personas imperfectas, nos han enseñado a ser más iglesia que comunidad. Entonces vas saludas a las personas que llamas hermanos o hermanas, que no te conocen, que seguramente ni les interesas, pero que si llegas a la iglesia posiblemente te saluden, luego vas y vienes al templo ocupas un asiento, con el tiempo empiezas a ofrendar a diezmar, y si sos útil ocupas un cargo o solo una silla más en el templo.

¿Iglesia o comunidad? El dilema contemporáneo

Por lo general y con tiempo en toda la congregación, son unos pocos, poquísimos hermanos y hermanas que logras relacionarte con ellos, a la mayoría no le interesas, claro no te das cuenta a los primeros días, sino después cuando te enfrías y dejas de asistir a iglesia y te los encuentras en la calle, en el bus, tal parece que, para ellos, fue traición que ni siquiera quieren volverte a ver, saludarte o cruzarse en tu camino, y no hablo algo nuevo por años he visto esa actitud tóxica, como si a esa iglesia, solo le agradabas, le gustabas, te apreciaban porque estabas en esa congregación, pero el día que te fuiste dejaste de ser su hno o hna en Cristo.

Nos han enseñado a ser más iglesia qué una comunidad cristiana sincera y genuina, hemos aprendido a perdonar a lo que nos caen bien y a lo que nos caen mal los hemos mandado al infierno.

Seguramente eso te ha dolido, igual a mí, porque yo me he hastiado de ello, se ha enseñado más a ser iglesia, una institución, un lugar para reunirnos cantar, leer la Biblia escuchar predicas, todo eso está bien,  pero  lo que menos hemos aprendido o no nos enseñan es a ser  que una comunidad como lo fue la iglesia primitiva “todas las cosas las tenías en común” y eso da un sentido de pertenencia, cuando sientes que perteneces a una comunidad de cristianos que te ven realmente como su hermano y hermana, con la que puedes convivir, reír, llorar, ayudarte a compartir el pan, el ágape, como lo hicieron los primeros cristianos, lamentablemente esto ha desaparecido en la mayoría de las iglesias.

Perdón y gracia: retos pendientes en la comunidad cristiana

¿Todo aquel que ha confesado a Cristo como su salvador y Señor, debería preguntarse ¿qué es un ser un hno o una hna en Cristo? ¿Cuál es mi función dentro en el cuerpo de Cristo ser una iglesia o una comunidad? ¿Cómo hago para amar más a mis hermanos y hermanas en la fe? ¿Qué hago para mostrar más el amor de Cristo con aquellos que son ateos, no cristianos, personas de otra fe? ¿Cómo debemos vivir como familia cristiana cuando no lo somos de sangre? ¿Cuánta gracia y perdón debe habitar en mi vida para con mi familia, hermanos y hermanas en la fe, hijos, hijas, amigos, no creyentes?

Seguramente la pregunta que la gente se hace más dentro de la iglesia es la que formuló Pedro: “Señor ¿cuántas veces debe perdonar a mi hno?”. Y seguramente ya Pedro lo estaba hartando perdonar o perdonar al mismo de siempre o perdonar casi siempre las mismas ofensas. Yo digo ¿por qué no se preguntó Señor cuántas veces debes perdonarme? ¿Señor estarás harto de perdonarme casi siempre el mismo pecado? ¿Cuál es tu límite de perdón para conmigo Señor? Pero el ser humano no se hace esas preguntas porque es más fácil señalar el pecado del otro que el mío, es más fácil ser juez de los demás que de mí mismo.

Kierkegaard y la crisis de la autenticidad cristiana

Es posible que esto que estoy hablando no sea nada nuevo, porque ya lo había hablado filosóficamente el gran danés Kierkegaard, quien cuestionó que ni la iglesia ni los creyentes quieren atender el Evangelio, llamando a la cristiandad falsa por llamarse cristianos sin serlo.

Mi interpretación es que esta situación, es como un cáncer espiritual que está llevando ya a mucha gente a retirarse de la iglesia, a desertar, a apostatar del cristianismo, a desencantarse del cristianismo, una iglesia que no demuestra ser una comunidad espiritual para el creyente, es solo un lugar más para practicar una religión más, que te lleva al precipicio del ateísmo y la apostasía.

La gente no encuentra a Dios en la iglesia, en esa congregación que te dice, hermano y hermana por protocolo, por costumbre, pero que no demuestra con pruebas, con frutos, que en realidad tu eres ese hermano o hermana que ellos aman con un amor fraternalmente genuino.

Cierro con esta frase de Kierkegaard que dijo que “el cristianismo se ha desvanecido tanto en el mundo, que ante todo hay que hacerse una concepción exacta de él”.


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